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Guía de Mahón

Mahón: Desde los cartagineses hasta hoy

Calma Mediterránea

Introducción Mahón Mahón o Maó en menorquín. Esta ciudad Balear es la capital oficial de la isla de Menorca y, además, el municipio más oriental de toda España. Mahón es una ciudad de tres mil años de vida, cuya herencia pervive en el gran patrimonio arqueológico, cultural y arquitectónico que conserva. En la actualidad, cuenta con aproximadamente 30 mil ciudadanos, que habitan en un territorio de 117 kilómetros cuadrados protegido prácticamente en su totalidad.

Y es que resulta que, pesar de la llegada masiva de turistas que vivió a partir de la década de los 50, Mahón consiguió mantener su litoral casi intacto, con lo que el turista al visitar la ciudad sólo se encontrará pequeñas urbanizaciones de carácter tradicional en la zona norte y dos pequeños núcleos en la costa sur.

Se conserva casi virgen debido a que, desde la década de los 80, sólo dispone del 5,5% de suelo urbano mientras que el resto es rustico, incluido un 42,2% de área protegida. No olvidemos que Mahón pertenece a Menorca, declarada como Reserva de la Biosfera desde el año 1993. Por ello, entonces no es de extrañar el carácter de los mahoneses, que además de ser abiertos, hospitalarios, divertidos y tolerantes, son sumamente conscientes en la necesidad de proteger su tierra.

Hablamos de una tierra rica en historia que se remonta hasta el año 205 antes de Cristo. Desde entonces, La ciudad de Mahón se convierte en refugio y sede de muchas civilizaciones que le proporcionan ese aire de todos los tiempos. Fue fundada por uno de los generales cartagineses y hermano de Aníbal, Magón. De ahí viene su nombre Portus Magonis, impuesto por los romanos a su llegada; a los que siguieron vándalos, bizantinos, normandos y musulmanes, saqueos de los corsarios de Barbarroja y la anexión al Califato de Córdoba.

Es a partir de 1287 cuando se transforma al cristianismo bajo el reinado de Alfonso III de Aragón. Época en la que surge una de sus mayores riquezas arquitectónicas: El fuerte de San Felipe del puerto de Mahón, obra de ingeniería militar más inexpugnable e imponente del momento.
Pero, en los años venideros, Mahón sufrió aún más ocupaciones. Fue durante setenta años del siglo XVIII una dependencia británica, mientras que su puerto, se convertía en una base naval británica en el Mediterráneo. De esta época todavía hoy se conserva la influencia inglesa en la arquitectura local. No podemos decir lo mismo de su famosa fortificación ya que, tras diversos intentos de dominación por parte de británicos, españoles y franceses, Mahón perdió el castillo de San Felipe, del que ahora queda en su recuerdo unas ruinas del lugar. No obstante, los británicos seguían en el empeño de proteger su rico puerto, así que en el siglo XIX edificaron en la parte norte de la bocana del muelle la Fortaleza de la Mola.

De estos dos siglos de historia, cerca del Puerto de Mahón, se asientan las islas de Llatzeret; del Hospital o del Rei, sobre la que se levanta el hospital militar "Bloody Island", originarios de los ingleses; el islote "illa redona", que no existe en la actualidad, y el Arsenal de isla de Pinto, unida al Puerto por un puente de madera.

Es a partir del siglo XIX cuando Mahón definitivamente pasa a ser territorio de la corona España. Bajo esta nueva soberanía, la ciudad sigue creciendo, se aburguesa y enriquece con la llegada de la industrialización. Mientras, su Puerto, siempre imperante en su economía, se posiciona como el punto neurálgico de la ciudad.

No obstante, el animado desarrollo de Mahón vive otro revés con la llegada de la primera guerra mundial y la gran crisis de la guerra civil. A pesar de ello, la ciudad menorquina sigue expandiéndose y finalmente encuentra su nuevo recurso de riqueza en el turismo, del que hoy en día sigue viviendo de forma sostenible, respetuosa y cuidada.

Con la larga historia de civilizaciones, unida a la riqueza del entorno, no es de extrañar el atractivo de Mahón contenido en: los numerosos restos arqueológicos talayóticos, griegos y cartagineses; su arquitectura románica, judía, cristiana, francesa e inglesa; los pequeños núcleos urbanos como Es Grau, con una albufera y una playa de aguas tranquilas; Sa Mesquida, con su torre de vigilancia; el pequeño núcleo de Es Murtà; las pequeñas urbanizaciones precedidas por sus calas: Cala Rata, Cala Barril y Cala Llonga, hasta sus encantadoras pedanías rurales de Sant Climent y de Llucmaçanes. Pero sin duda alguna, el mayor tesoro que ostenta Mahón es su Puerto que, con cinco kilómetros de longitud, se erige como el segundo puerto natural más grande de Europa.

En fin, que Mahón, con clima típicamente mediterráneo, se presenta sin ostentación ante un turista que al dar sus primeros pasos por esta ciudad no puede quedarse más que sorprendido ante tanta riqueza cultural, natural e histórica contenida en un solo lugar.

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