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Qué visitar en Mahón

Mahón: Desde los cartagineses hasta hoy

Riquezas sin paragón desde un puerto imperial

Qué visitar en Mahón Mahón, como otras ciudades menorquinas, posee muchas riquezas que ofrecer a su visitante. El legado histórico incrustado en sus calles, sus diferentes estilos arquitectónicos, su patrimonio monumental, núcleos tradiciones, playas y calas, y su mágico y espectacular puerto natural, sitúa a esta ciudad como uno de los lugares turísticos más atractivos del Mediterráneo.

El Puerto de Mahón
A pie o en barco, el Puerto de Mahón, con sus cinco kilómetros, ofrece al turista uno de los paseos marítimos más seductores de España. Por su mar tranquila se convierte en uno de los lugares más deseados por cruceros y embarcaciones, mientras que a su vez, es el lugar predilecto de isleños y visitantes que disfrutan de la diversidad de servicios de que dispone. A lo largo de toda su extensión, ofrece mil cuatrocientos amarres para embarcaciones, mientras que su ribera favorece la integración de la ciudad a través de sus diversos servicios lucrativos.

Su costa desde levante a poniente brinda diferentes puntos de interés: los almacenes originarios de la industrialización; los carpinteros de ribera y toda la industria subsidiaria de los astilleros; los edificios de la Autoridad Portuaria, antigua sede de Estación Marítima; la arquitectura de la antigua fábrica ‘La Minerva’-primera harinera industrial de Mahón-; los antiguos almacenes de pequeñas embarcaciones, algunos de con la puerta de entrada adaptada a la forma de la barca, y la sirenita Mô, obra del escultor Leonardo Lucarini y símbolo de la ciudad y de su puerto. Sin olvidar, la oferta comercial y de restauración que se esparce por toda la costa: locales que se hallan instalados en los almacenes y pequeñas fábricas antiguas que conformaban la zona industrial de Mahón.

Y si lo que deseas es disfrutar del deporte, dirigiéndote hacia la costa de Corea, se encuentra el Club Marítimo -recientemente remodelado con líneas modernistas e inspiración marinera- y la Cala Figuera, en donde todavía se conserva una fuente romana empleada durante muchos años como aguador de los barcos.

Por otro lado, está su bajada hacia el puerto que se realiza por la costa de Ses Voltes donde están los jardines del parque Rochina, el monumento de la Cruz de San Pedro, que recuerda la existencia de una antigua ermita del gremio de pescadores dedicada al santo, y la explanada de esculturas de Gaspar Servera. El punto de llegada de los cruceros está en el Plan de Baixamar, una explanada que ha robado espacio al mar para extenderse y mostrar los modernos edificios que esconden tesoros como la Eléctrica, con su pequeña réplica de la estatua de la Libertad de Nueva York, y la única destilería que continúa fabricando el gin menorquín.

Pero aún hay más, como por ejemplo el Paseo de la Alameda del siglo XVIII, popularmente conocido como s'Hort Nuevo, en donde todavía hoy desde esa época se celebra el tradicional día de San Pedro; los terrenos des Coll des Vent, formado por un romántico jardín y una fachada sobre las paredes del peñasco; la zona final del puerto de SA Colársega; la Plaza de la Miranda, el balcón del puerto que ofrece una estupenda panorámica; el arsenal de la Marina de construcción inglesa que se prolonga hacia la Isla de Pinto; la zona de s’Altra Banda, decorada con pinturas que describen las setecientas celebraciones de fiestas populares vividas en Río Plan y cala Rata, y en donde conviven las recientes y más antiguas casetas de verano; la costa de Reynés, que recuerda al barquero que trasportaba a la gente de un lado a otro; la finca de San Antonio; la Venecia de Mahón, rodeada por el mar como si de una isla se tratará; los antiguos cementerios franceses e ingleses, y por supuesto, las islas.

Porque además, en el Puerto de Mahón existen varias islas: la del Rey, llamada así porque es donde desembarcó el rey Alfonso III de Aragón, y la Isla del Lazareto, actual sede regular de eventos científicos, congresos y cursos, aunque en sus orígenes fue la zona de las cuarentenas.

Finalmente, tras Lazareto se alza la península La Mola, edificada a mediados del siglo XIX, y el pueblo de Es Castell – Georgetown para los ingleses- que surgió al abrigo del castillo de San Felipe, de cuyo recuerdo sólo quedan ruinas.

El casco antiguo de Mahón
El caso antiguo de Mahón también dispone un interesante paseo cultural. Partiendo desde el mismo Ayuntamiento la ciudad ofrece su historia a través de sus más emblemáticos edificios, antaño protegidos tras fuertes murallas medievales. Es sorprendente la cantidad de estilos que contiene, desde el barroco afrancesado de su Ayuntamiento, el arte expresado a través del aire señorial de sus calles y plazas, hasta la mescolanza de épocas de sus iglesias.

Las iglesias de Mahón son fuente de riqueza arquitectónica que te trasladan en el tiempo. Cerca del ayuntamiento te encuentras la iglesia de Santa María, construida en el siglo XVIII sobre el emplazamiento de un templo gótico. Le sigue la iglesia y convento de la Concepción, que fue erigida en el siglo XVII sobre terrenos de las antiguas murallas, y continuando por el casco de la ciudad, nos saluda el estilo gótico con interiores barracos de la iglesia de San Francisco, del siglo XVIII. Otras se sitúan alrededor del Portal de San Roque, como es la ermita medieval de extramuros, de líneas neoclásicas, conocida ahora por el nombre de San Antonio. También, es interesante el templo de 1749 construido por una colonia griega, la iglesia de la Concepción, con planta de cruz griega y estilo bizantino, dedicada en sus orígenes al rito ortodoxo hasta que pasó al culto católico en 1868, fecha en que se reformó su fachada para eliminar los símbolos ortodoxos. Por último, pero no menos importante, están la iglesia neoclásica del Carmen, construida durante más de 70 años, y su claustro. Este recinto, que se utilizó en antaño como cárcel, tribunales de justicia y mercado, destaca por el conjunto de ménsulas escuturadas que adornan sus líneas sobrias. Afortunadamente en la actualidad, además del mercado, su uso se dedica al desarrollo de diferentes actividades culturales.

Visitando los emblemáticos edificios de Mahón te encuentras con la verdadera belleza de sus calles, como es la de Isabel II, que concentra el mayor número de casas señoriales construidas en Mahón durante el siglo XVIII; la calle de s'Arraval, donde nació Joan Ramis i Ramis, abogado, historiador y literato; o la calle de ses Moreres, barriada urbanizada por los ingleses en el siglo XVIII, en la que se recuerda al doctor Orfila a través de un .monumento.

De uno a otro barrio, además, se puede descansar en sitio privilegiados como son la Plaza Príncipe, situada a continuación de la calle de Anuncivay, poblado de ricas casas decimonónicas, en donde se ubica la casa Soler- actual casino Mahonés- de inicios del XIX y de líneas neoclásicas; la Plaza de la Miranda, en cuya explanada se levanta el monumento a Augusto Miranda, realizado en 1927 por el escultor Waldermar, y que además, ofrece una de las panorámicas más espectaculares del puerto; la Plaza España, de inicios del siglo XX, que guarda otras riquezas de la época como son el edificio de la pescadería, obra de 1927 y la Casa Mir, ejemplo de modernismo mahonés, y la Plaza de la Conquista, famosa por su monumento a Alfonso III, erigido en 1950 en memoria del rey que conquistó la isla de Menorca a los musulmanes en el siglo XIII.

Pero aún hay más puntos de interés que merecen ser destacados, como son los palacios construidos sobre zonas medievales, que datan del siglo XVIII y XIX (la Biblioteca pública y el Palacio Can’Oliver); los espectaculares miradores que ofrecen las vistas del puerto de la ciudad, como por ejemplo: el Mirador del Puente es Castell, situado en el núcleo más antiguo de la ciudad, o el Mirador de San Francisco, zona de huertos y bancales, antigua propiedad de los franciscanos, que ahora sirve como área de descanso y disfrute para todo el pueblo; sus teatros (Teatro Principal y la Sala Augusta); los parques, pulmones de la ciudad, (Rubió i Tudurí y Es Freginal); la Explanada, cuya fisonomía se ha transformado en el trascurso del tiempo para llegar a ser el parque que acoge un mercado semanal is'orna y las esculturas de Timoner, Otero y Lucarini, y el Museo de Menorca, antiguo convento franciscano de bellas líneas barrocas.

Por último, que no hay que perderse de Mahón el Portal de San Roc, - Portal de Arriba o de en Servera- el único vestigio de las antiguas murallas de la ciudad de arquitectura típicamente medieval, que todavía hoy conserva las dos torres, con sus matacanes, enlazadas por el paso exterior que cubre su puerta.

Playas de Mahón
Mahón tiene la más variada diversidad de playas extendidas de norte a sur, cada una con sus peculiaridades y riquezas naturales: En el sur se halla Es Canutells, de grandes acantilados, en donde conviven con armonía el sector turístico y pesquero, y la cala de Binidalí, que conserva su entorno virgen.

Formando parte del Parque Natural de s'Albufera des Grau, está Es Grau, uno de los lugares de veraneo más antiguos adornados con casetas de finales del siglo XIX, que en la actualidad ofrece la mayor intensidad vida social. La playa, separada de la albufera por una masa boscosa, es grande y de arena fina, mientras que sus aguas profundas se abarrotan de múltiples barcas.
Le sigue la playa de Sa Mesquida, dividida en Arenal Grande y Pequeño. En esta playa se mantiene una vieja urbanización que crece manteniendo el ambiente pesquero y de colonia veraniego de antaño, así como la torre costera de 15 metros de alto que recuerda la dominación inglesa del siglo XVIII.

En la mayor isla que rodea el litoral menorquín, la de Colom, se descubre s'Illa S'Arenal des Moro, también incluida en el Parque Natural de s'Albufera des Grau como zona protegida de flora y fauna. Y dirigiéndote hacia el norte y a la zona más septentrional del término de Mahón se alinean: Es Murtar, cuyo nombre proviene de las bellas flores blancas que rodean a la más pequeña de las urbanizaciones de la costa norte, ocupada, básicamente, por familias mahonesa; la Punta de Mongofre, con islotes y playas que se abren entre acantilados altos y recortados, y las playas de Favàritx Arredossades, rodeadas de un sistema dunar y una zona húmeda considerada como una de las lagunas mejor conservadas de Baleares.
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