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Guía de Rumanía

Rumanía: Mucho más que el personaje de Bram Stoker

Vasto patrimonio monumental y cultural

Introducción Rumanía Desde finales del siglo XIX, la sola mención de Rumanía ha ido asociada indefectiblemente a la figura de uno de sus personajes históricos más célebres, aunque también uno de los más siniestros: el príncipe valaco Vlad III (1431-1476), más conocido con el explícito sobrenombre de Vlad el Empalador. Y aunque no hay ninguna evidencia irrefutable, se da por hecho el escritor irlandés Bram Stoker (1847-1912) para crear a uno de los personajes más universales de la literatura de terror: el Conde Drácula.

No obstante, el vasto patrimonio monumental y cultural que posee Rumanía reduce esta circunstancia a una mera anécdota. Pero antes de abundar en él, conviene apuntar algunas generalidades sobre este país de Europa del Este, tan fascinante como acogedor.

Situada en el noroeste de la península Balcánica, la República de Rumanía limita al norte con Ucrania; al este, con Moldavia y el mar Negro; al sur, con Bulgaria y Serbia, y al oeste, con Hungría. Su extensión, de 238.391 km² ?la novena más importante dentro del continente europeo? da cabida en la actualidad a unos 22,5 millones de habitantes.

Su accidentada geografía aglutina planicies, mesetas y montañas, entre las que destacan las cordilleras de los Cárpatos Orientales, Occidentales y Meridionales (o Alpes de Transilvania). En estos últimos se alza la cima más elevada del país: el Moldoveanu, que cuenta con 2.527 metros de altitud sobre el nivel del mar. Las tres cadenas montañosas forman un semicírculo abierto al oeste, donde se localiza la meseta de Transilvania y la región central. La llanura periférica más prolongada del país es la de Valaquia, que se expande a lo largo de 600 km. Finalmente, en el sector sudoriental, se abre paso la llanura y el delta del Danubio, que ocupa una tercera parte del territorio rumano.

El clima imperante es de tipo continental, excepto en la zona bañada por el mar Negro, cuya presencia ayuda a suavizar los contrastes térmicos. La media anual de temperaturas fluctúa entre los 11 ºC en el sur y los 7 ºC en el sector septentrional. El promedio de precipitaciones es variables, siendo el área sudoriental y los Cárpatos las zonas que presentan un menor y un mayor índice pluviométrico, respectivamente.

Desde el punto de vista histórico, cabe destacar que las tierras que hoy conforman Rumanía coinciden a grandes rasgos con los de la antigua Dacia, región que fue ocupada por los romanos a principios del siglo II a.C. Anteriormente, la zona había sido ocupada por ilirios, tracios y escitas, desplazados por los griegos en el siglo VII a.C. En el año 271 d.C., la retirada de los romanos inauguró un convulso período en el que la zona fue tomada sucesivamente por godos, hunos, ávaros, eslavos, búlgaros, magiares y mongoles. Más adelante, los principados de Valaquia y Moldavia (siglo XIV) mantuvieron su independencia hasta los albores del siglo XVI, coincidiendo con la irrupción en la zona de los otomanos. En 1691, la región de Transilvania fue anexionada por el Imperio de los Habsburgo, que en 1775 también ocuparían la región de Bucovina. Del mismo modo, Rusia se hizo con el control de la región de Besarabia en 1812. En 1861, tuvo lugar la unificación de los principados de Moldavia y Valaquia, formando así un Estado independiente que, un año después, adoptaría el nombre de Rumanía.

Ya en el siglo XX, y tras su participación en la segunda guerra balcánica, el país entró en la Primera Guerra Mundial en 1916, combatiendo en el bando aliado. Pese a ser derrotada por las fuerzas alemanas, búlgaras y turcas, el resultado final de la contienda le permitió recuperar Bucovina, Dobrudgja Meridional, Transilvania, una parte de Banato y Besarabia. En 1930, el antiguo rey Carol II regresó del exilio e instauró un régimen dictatorial, con el propósito de neutralizar el incipiente movimiento fascista. Diez años después, tras caer en la órbita alemana, tuvo que ceder Besarabia y Bucovina a la URSS, y otros territorios a Bulgaria y Hungría. En el marco de la Segunda Guerra Mundial, pese a participar con el ejército teutón en un ataque contra las tropas soviéticas (1941), tres años después firmó un armisticio con ésta y se posicionó contra Alemania.

Convertida en país satélite de la URSS tras el fin de la contienda, en 1947 se proclamó la república popular (gobernada por un régimen comunista), que en 1965 se convertiría en una república socialista. Entre 1967 y 1989, el poder estuvo en manos de Nicolae Ceaucescu, un general tiránico y corrupto. Sin embargo, a finales de los 80, un grupo de líderes comunistas caídos en desgracia constituyeron el Frente de Salvación Nacional, que decretó el fusilamiento del dictador. A esta acción siguieron, en 1990, la celebración de las primeras elecciones libres en casi medio siglo ?que inauguraron la senda de la adopción de una economía de mercado? y la aprobación de la Constitución (1991), que sería reformada en el 2003. En marzo del 2004, Rumanía, entró a formar parte de la OTAN, y en enero del 2007, de la Unión Europea (UE), junto con la vecina Bulgaria.

El rumano es el idioma oficial del país. Pese a derivar del latín, éste presenta muchas similitudes con las lenguas eslavas. Le siguen en importancia el húngaro (hablado por cerca del 7% de la población, originario de Hungría). Por ejemplo, en la localidad de Odorheiu Secuiesc (Transilvania), el 95% de sus 37.000 habitantes son magiares. Del mismo modo, también cabe aludir al romaní, hablado entre las comunidades de etnias. A su vez, el ucraniano es utilizado en las áreas de Maramures, Bucovina, Dobrudja y Banato.  El inglés es el primer idioma extranjero del país, así como su fuente principal de préstamos lingüísticos y neologismos.

La moneda utilizada en todo el país es el leu rumano (cuatro leus equivalen a un euro, aproximadamente). Resulta difícil encontrar bancos o cajas españoles que trabajen con esta divisa, por lo que lo más fácil es obtenerla tras llegar a Rumanía. Asimismo, cabe tener presente que aún existen un buen número de establecimiento que no admiten las tarjetas de crédito como forma de pago.

En cuanto a los requisitos de acceso, y dada la reciente adhesión de Rumanía a la UE, sólo se precisa presentar el DNI o un pasaporte en vigor. Asimismo, no se necesita visitado ni permiso de residencia. Aunque no es obligatorio, el Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación recomienda a registrarse en el Registro Civil de Extranjeros si la estancia supera los tres meses. Por otro lado, no hay ninguna vacuna obligatoria, aunque se recomiendan la del tétanos, la de la hepatitis y la del tifus. Para más información, se aconseja dirigirse a la Embaja de Rumanía en España (Av. Alfonso XIII, 157, Madrid), a la Sección Consular (Av. Cardenal Herrera Oria, 134, Madrid), o bien a alguno de los consulados existentes en Almería, Barcelona, Bilbao, Castelló de la Plana, Ciudad Real, Pamplona, Murcia, Sevilla, Valencia y Zaragoza.

A la hora de contratar vuelos a Rumanía, cabe reseñar que existen varias compañías que efectúan el trayecto sin escalas a la capital del país (Bucarest), como Iberia o la aerolínea rumana TAROM. Esta ciudad cuenta con dos aeropuertos: el aeropuerto internacional de Bucarest Henri Coanda (conocido en el pasado como Otopeni) y Aeropuerto Internacional Aurel Vlaicu (o de Baneasa, como se le denominaba anteriormente). No obstante, el más importante del país es el primero ?en 2007 registró 5 millones de pasajeros?, que constituye también el centro de operaciones de TAROM.

Asimismo, también es posible realizar el viaje a Bucarest en autocar, desde Madrid o Barcelona. Sin embargo, el kilometraje es de vértigo: por ejemplo, la distancia que separa la Ciudad Condal de la capital rumana es de 2.597 km.  Cabe subrayar que este medio de transporte también enlaza con otras áreas de Rumanía desde el Estado español, como Bistrita.

Por último, en lo que atañe a la reserva de hoteles en Rumanía, conviene subrayar la amplia oferta de alojamiento existente, sobre todo en Bucarest y en las principales ciudades del país (entre ellas, Brasov, Cluj-Napoca, Iasi o Constanza. En esta ámbito, una opción muy aconsejable es optar por una pensiunea u hotel familiar, que suelen estar regentados por familias. Sus categorías ?que viene determinada con flores en lugar de estrellas? oscilan desde las más económicas (por lo general se trata de habitaciones sin baño) hasta las más lujosas, aunque sus precios son sensiblemente inferiores a los de un hotel que ofrezca las mismas comodidades. Dentro de los áreas rurales, además, abundan las pensiones agroturísticas, que suelen ubicarse en parajes con un encanto especial.

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