Rotterdam:
Puerto Internacional, Ciudad Internacional
El Ave Fénix de Holanda
La segunda ciudad holandesa, Rótterdam (595.000 habitantes), no sólo es un magnífico ejemplo de superación, sino uno de los mayores símbolos de la recuperación económica tras la Segunda Guerra Mundial. Y por supuesto, un importante referente cultural.
Situada al oeste de los Países Bajos, Rótterdam tiene en su puerto sobre el río Mosa —conectado con el Rin y a 30 km del mar— uno de los principales motores. De hecho, es el mayor de Europa y el segundo a nivel mundial.
Nada que ver con el antiguo puerto pesquero que albergaba en sus orígenes, cuando Rótterdam no pasaba de ser una minúscula aldea que crecía lentamente a la sombra de un castillo. A pesar de obtener privilegios entre 1299 y 1340, su pujanza corrió pareja al declive de Amberes en el siglo XVII y al auge del comercio con las Indias. Sin embargo, el impulso definitivo llegaría con la construcción del canal artificial de Nieuwe Waterweg (1863-1872) y la ampliación de la zona portuaria.
Arrasada por los bombarderos nazis en 1940, no tardaría en renacer de sus cenizas y dar paso a una ciudad cosmopolita y moderna, repleta de edificios e infraestructuras de vanguardia y de numerosos museos e instituciones culturales. Una carta de presentación inmejorable para la cuna del célebre humanista Erasmo de Rótterdam, hoy consolidada como una inmejorable propuesta turística.
La segunda ciudad holandesa, Rótterdam (595.000 habitantes), no sólo es un magnífico ejemplo de superación, sino uno de los mayores símbolos de la recuperación económica tras la Segunda Guerra Mundial. Y por supuesto, un importante referente cultural.
Situada al oeste de los Países Bajos, Rótterdam tiene en su puerto sobre el río Mosa —conectado con el Rin y a 30 km del mar— uno de los principales motores. De hecho, es el mayor de Europa y el segundo a nivel mundial.
Nada que ver con el antiguo puerto pesquero que albergaba en sus orígenes, cuando Rótterdam no pasaba de ser una minúscula aldea que crecía lentamente a la sombra de un castillo. A pesar de obtener privilegios entre 1299 y 1340, su pujanza corrió pareja al declive de Amberes en el siglo XVII y al auge del comercio con las Indias. Sin embargo, el impulso definitivo llegaría con la construcción del canal artificial de Nieuwe Waterweg (1863-1872) y la ampliación de la zona portuaria.
Arrasada por los bombarderos nazis en 1940, no tardaría en renacer de sus cenizas y dar paso a una ciudad cosmopolita y moderna, repleta de edificios e infraestructuras de vanguardia y de numerosos museos e instituciones culturales. Una carta de presentación inmejorable para la cuna del célebre humanista Erasmo de Rótterdam, hoy consolidada como una inmejorable propuesta turística.