El paraíso entre dos aguas

Detrás del topónimo de La Manga del Mar Menor se esconde un capricho geográfico que se ha convertido en uno de los iconos de la costa murciana por derecho propio. Se trata del cordón litoral de unos 24 km de longitud, que se despliega entre el cabo de Palos y la punta de Mojón, en las inmediaciones de San Pedro del Pinatar. A pesar de que en sus orígenes este espacio natural fue una bahía abierta al Mediterráneo, la acción de sedimentos volcánicos fue modelando progresivamente su apariencia actual. Éstos frenaban las arenas arrastradas por el agua, que dieron paso a una columna arenosa, con playa a ambos lados y cubierta de dunas y vegetación.

Así, en el interior de este peculiar brazo de tierra, se concentran 170 km2 de aguas cálidas y saladas que, gracias a las bondades del clima local, atrajeron a fenicios, íberos y árabes. Estos últimos bautizaron esta laguna salada como mar Chico, denominación que daría paso más adelante al célebre mar Menor.

Su amplitud fluctúa entre los 200 y los 1.500 m, sobre los que se despliegan canales naturales o golas que comunican las aguas del Mediterráneo con las del mar Menor —las cuales presentan diferente temperatura, salinidad y oleaje— y que permiten la entrada de agua en la laguna interior. Pese a su innegable valor natural, esta franja de tierra permaneció en el olvido hasta que, en la década de 1960, autoridades y empresarios ser cercioraran de su ingente poder como reclamo turístico. De ahí que, hoy por hoy, La Manga despliegue una vastísima oferta de alojamiento, con establecimientos —tanto hoteles como apartamentos— al alcance de todos los bolsillos. Asimismo, este abanico se completa con numerosos centros de servicios y de ocio, como supermercados, bares, restaurantes, pubs y discotecas.

Todo esto acompañado de la mejor versión del clima mediterráneo. Con una temperatura media anual en torno a los 18º C y unas precipitaciones muy escasas (en torno a los 300 mm al año, lo que supone 315 días de sol), esta zona se convierte en la opción perfecta para unas vacaciones de ensueño tanto en invierno como en verano.

Y es que los tres municipios que conforman este rincón mágico de la Región de Murcia, Los Alcázares, San Javier y San Pedro del Pinatar, hacen gala de un rosario inacabable de alicientes: sugerentes playas de aguas aún más cálidas que las del Mediterráneo, instalaciones deportivas (entre ellas, campos de golf), centros y escuelas especializados en la práctica de deportes acuáticos, centros de spa y de terapias medicinales y alternativas (como los baños de lodo), espacios naturales como el Parque Regional de las Salinas y Arenales de San Pedro del Pinatar... Y todo ello perfectamente comunicado con las principales capitales españolas, gracias al aeropuerto de San Javier y la cercana parada de tren de Balsicas-Mar Menor, en el vecino municipio de Torre-Pacheco. ¿Se puede pedir más?

Una vez más, naturaleza y servicios turísticos de calidad se conjugan para poner al alcance del viajero una estancia imborrable, respaldada aún más si cabe por la impagable hospitalidad de gentes sencillas y amables, poseedoras de una fascinante cultura fraguada al calor de los rigores de la huerta y del mar.