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Guía de Lima

Lima:

Introducción

Introducción Lima Aunque la imagen más icónica de Perú está ligada a las espectaculares ruinas de Machu Picchu, el país andino también debe gran parte de su innegable magnetismo a su impresionante capital: Lima. Digna heredera de su esplendoroso pasado colonial y virreinal, sus calles más añejas aún hablan al visitante de un boato imperecedero.

Situada a 8 km del puerto del Callao, los orígenes de esta localidad de 8 millones de habitantes hay que buscarlos en el 18 de enero de 1535, momento en el que el conquistador español Francisco Pizarro clavó su espada en la Plaza Mayor y puso la primera piedra de la población que bautizó como Ciudad de los Reyes. No obstante, su nombre definitivo, Lima lo acabaría tomando del río Rímac.

El flamante núcleo urbano, diseñado por el maestro de obras Juan Meco, prosperó rápidamente: sin ir más lejos, en 1544 ya albergaba la sede del virreinato de Perú, desde el que los conquistadores gobernaban toda Hispanoamérica. Pese a todo, dos siglos después, en 1746, un seísmo la destruiría en su totalidad. El virrey de la época, el conde de Superonda, impulsó su reconstrucción, mientras que su sucesor, el virrey ilustrado Manuel Amat i Junyent (1745-1761) la convirtió en una capital cultural de primer orden.

Esta situación se prolongó hasta 1821, año en el que las tropas del general José de San Martín, partidarias de la independencia de Perú, tomaron la capital. Ese mismo año, el destino de todo el país dejó de estar ligado al de la corte madrileña.

Tras la Primera Guerra Mundial, Lima vivió una explosión demográfica sin precedentes, lo que le confirió un notable impulso urbanístico hasta la década de los años treinta. Un dinamismo que topó con un nuevo seísmo en 1940. A partir de entonces, la ciudad empezó a crecer de manera desordenada, a lo que contribuyó la llegada de masiva de campesinos en los cincuenta. Un nuevo terremoto, esta vez en 1971, obligó a la enésima reconstrucción, aunque no pudo desposeer a Lima de su notable importancia histórica y arquitectónica: así, en 1988 y 1991, su excepcional centro histórico fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

El único requisito para viajar hasta la capital peruana o al resto del país andino es contar con un pasaporte en vigor. Si la estancia no supera los 183 días (no hay prorroga posible) no se necesita visado. En cambio, sí se deberá tramitar si el viaje se realiza por estudios o negocios. Por lo que respecta a las vacunas, no hay ninguna obligatoria, aunque se aconseja la de la fiebre amarilla si también se prevé visitar las zonas selváticas. Asimismo, también son recomendables, aunque no imprescindibles, las de la fiebre tifoidea, el tétanos, la polio y la hepatitis A y B. Para reservar vuelos a Lima, conviene tener presente que desde el aeropuerto de Barajas, en Madrid, las aerolíneas que realizan a diario un mayor número de viajes a Perú son Iberia, American Airlines y KLM, con trayectos semanales con el aeropuerto internacional Jorge Chávez de Lima y los precios más económicos. Sin embargo, las tarifas más bajas se pueden conseguir con American Airlines y KLM, puesto que no efectúan vuelos directos, sino con escalas en Ámsterdam o Miami.

A la hora de buscar hoteles en Lima, y si se desea captar la esencia de la capital, lo más recomendable es alojarse en algunos de los múltiples establecimientos que se despliegan en el centro histórico de la capital peruana. En cualquier caso, y a pesar de que ésta es la opción más práctica, estos establecimientos no son los más confortables.

En cuanto a la moneda, la divisa oficial del país es el nuevo sol (en septiembre del 2012, un euro equivalía a 3,38 soles). Para conseguirla, se aconseja al recién llegado a dirigirse a la calle de Ocaña, en la que abundan las casas de cambio.

Señoriales palacios y avenidas, más de 40 edificios religiosos, un nutrido rosario de museos cuajados de obras de arte que remiten a las culturas preincaicas y al imperio inca, gentes amables y hospitalarias... Y todo ello sin que el idioma suponga una barrera (el español es la lengua oficial en todo el territorio nacional). ¿Se necesita algo más para decidirse a cruzar el charco y zambullirse de lleno en la historia del Nuevo Mundo?

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