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Qué visitar en Región de Murcia

Región de Murcia: La tierra de los dos mares

Sol y playa

Qué visitar en Región de Murcia Sin duda, uno de los principales reclamos turísticos de la Región estriba en sus 274 km de costa, repartidos entre el mar Menor y el Mediterráneo. Enmarcado entre las provincias de Alicante y Almería, el litoral murciano es un rosario de contrastes paisajísticos. En él tienen cabida desde los más agrestes acantilados hasta un generoso abanico de playas de arena blanca, sin olvidar sus puertos deportivos, sus espléndidas dunas o sus recoletas calas.

A todos estos atractivos de ensueño se une otro de los principales rasgos de Murcia: su extraordinario clima mediterráneo. Tanto su agradable temperatura media anual –que se sitúa entre los 18º C y los 19º C– como su escaso índice de precipitaciones –apenas supera los 300 mm al año, lo que se traduce en más de 3.000 horas de sol al año– explican por qué este rincón privilegiado es el destino turístico perfecto en cualquier fecha. De ahí la famosa denominación de Costa Cálida, etiqueta que engloba su incomparable frente marítimo.

Desde la localidad costera de El Mojón, en San Pedro del Pinatar –cuyas playas destaca por sus extraordinarias dunas–, hasta la espectacular Cala Cerrada, la Región se erige para el lugar perfecto para los bañistas, los amantes de los deportes náuticos, la pesca y el buceo. Asimismo, tampoco hay que pasar por alto algunos enclaves cuajados de historia –como Cabo de Palos, la emblemática Cartagena o La Azohía–, ni tampoco aquellas zonas que cuentan con una animada oferta de ocio nocturno, como Mazarrón (al sur) o Los Narejos, Lo Pagán o Santiago de la Ribera (en el norte de la Región).

Mención aparte merecen las pequeñas y sugerentes islas que salpican la costa murciana: Isla Perdiguera, Isla Grosa, Isla Mayor e Isla Plana, un reclamo de un gran valor ecológico, u otros parajes que se reivindican como extraordinarios paraísos naturales. Éste es el caso de Bolnuevo, Calnegre –que despliega con orgullo el Parque Natural de la Sierra de Espuña–, el Parque Regional de Calblanque, el cabo de Cope o Cala Blanca –circundada de las huertas situadas al pie de la sierra del Cantar. Y por supuesto, ¿qué decir de la Manga del Mar Menor, que separa las aguas de los dos mares? Esta angosta franja de tierra de 21 km, que se extiende desde Cabo de Palos hasta el Parque Natural de las Salinas de San Pedro del Pinatar, alberga desde las últimas décadas uno de los mayores complejos vacacionales del Mediterráneo.

A su vez, tampoco hay que obviar que Murcia es también el destino perfecto para los aficionados a los deportes náuticos. En este sentido, lugares como la San Pedro del Pinatar, Estación Náutica del Mar Menor, Lo Pagán, San Javier, Los Alcázares, Portmán, Cartagena, Cabo de Palos, Mazarrón o Águilas disponen de numerosos establecimientos y centros en los que el recién llegado encontrará todo lo necesario para practicar modalidades como la vela, el esquí acuático, el windsurf, el flysurf y el kitesurf, o bien para recorrer la costa en moto acuática o a bordo de un catamarán. Asimismo, aquellos que deseen iniciarse en la práctica de cualquiera de estas actividades, encontrará todo tipo de facilidades, de la mano de empresas especializadas. Del mismo modo, por lo que respecta al submarinismo, conviene tener presente que Cabo de Palos, el cabo de Cope, Mazarrón y Águilas cuentan con algunos de los mejores fondos marinos de la Península.

Cultura

Aunque la fama de Murcia recae sobre todo en sus playas, éstas distan mucho de ser el único aliciente de la Región. Sin ir más lejos, a dos pasos de los principales centros turísticos de la Costa Cálida, se erigen un rosario de hermosos pueblos medievales (como Moratalla o Caravaca de la Cruz), ocultos en comarcas casi despobladas, o fascinantes yacimientos que hablan al viajero de pueblos y usos ancestrales.

En efecto, se trata de una tierra por lo que ha desfilado una constelación de civilizaciones, que han dejado una impronta imborrable en la cultura murciana. Desde los fenicios hasta los árabes, pasando por los íberos, cartagineses, romanos, visigodos y bizantinos, Murcia ha sido el escenario en el que sus ocupantes han fraguado una cultura agrícola y marítima. Una forma de vida moderna y abierta al mundo, pero que ha sabido preservar intacta la esencia de sus tradiciones.

No obstante, los restos del pasado de esta comunidad autónoma no se limitan a los pueblos que dominaron el Mediterráneo. Sin ir más lejos, su geografía es generosa en hallazgos prehistóricos, como las muestras de arte rupestre de Monte Arabi –en Yecla, declarados Patrimonio de la Humanidad en 1998– o la sima de las Palomas, en el término de Torre-Pacheco, que alberga el segundo recinto arqueológico más importante de España, tan sólo superado por el de Atapuerca (Burgos).

Desde este período ancestral, los reclamos son tan generosos como abundantes: rastros de poblados íberos (como los del Cigarralejo, en Mula), un lienzo de la única muralla púnica que se conserva en Europa (sita en Cartagena), imponentes obras romanas (por ejemplo, el teatro romano que se eleva en esa ciudad), edificios de origen árabe (como el imponente castillo de Moratalla), torres de vigilancia que poblaron la costa a partir del siglo XVI, grandes construcciones renacentistas y barrocas (con Caravaca de la Cruz, Lorca y la catedral de Murcia como máximos exponentes), pintorescos molinos que aún hoy embellecen el Campo de Cartagena... Todas estas maravillas configuran un impagable collage arquitectónico que hará las delicias de quienes escojan Murcia para gozar del turismo cultural sin cortapisas.

Turismo rural

A pesar de que Murcia cuenta con unas dimensiones moderadas —tiene una extensión de 11.317 km2—, esto no impide que en su interior coexistan una gran diversidad de paisajes, fruto de los contrastes internos por lo que respecta a su pluviosidad, clima y concentración demográfica. En efecto, la Región aúna zonas montañosas y llanuras, altiplanos con grandes contrastes térmicos y un litoral en el que impera el clima mediterráneo; tierras de secano y de regadío, áreas casi deshabitadas que se alternan con zonas densamente pobladas (con la capital, Murcia, y los principales centros costeros a la cabeza), y zonas prácticamente desérticas que dan paso a las frondosas huertas de los valles del Guadalentín y del Segura. Todo este mosaico de paisajes es el detonante de una personalidad única, que alcanza toda su autenticidad en el medio rural.

Por eso, apostar por el agroturismo no es sólo una invitación a disfrutar de esta diversidad paisajística; la oferta de alojamiento rural en Murcia abarca numerosas opciones, que permitirá al viajero familiarizarse con la arquitectura típica del lugar: caseríos, hospederías, molinos harineros, cortijos, fincas, hoteles rurales, construcciones modernas dotadas de todas comodidades y perfectamente integradas en el entorno... Todos estos establecimientos ponen al alcance de sus huéspedes los servicios que exige el viajero de hoy –incluyendo en algunos casos chimenea, piscina, barbacoa, pistas deportivas, gimnasio, sauna o jacuzzi–, pero sin renunciar al encanto de las construcciones de siempre.

Al decantarse por esta alternativa, el recién llegado tendrá a su alcance algunos de los lugares más cautivadores de la Región, tales como el cañón y la cuenca del río Argos, la sierra de Moratalla –principal reserva natural de Murcia– y poblados íberos, como el de Los Molinicos.

Además, aquellos que deseen disfrutar de todos estos reclamos de una forma aún más original, pueden realizar actividades al aire libre, como el senderismo, la espeleología, la escalada o paseos a caballo o en bicicleta. Asimismo, quienes tengan en mente una estancia más tranquila, tienen la posibilidad de participar en actividades propias de la vida en el campo, como cultivar productos ecológicos, elaborar queso o destilar licores. Y por descontado, también podrán relajarse descansando en un jardín o paseando por algunos de los hermosos bosques de la Región.

Por supuesto, también los alojamientos rurales también brindan a sus visitantes lo mejor de la gastronomía murciana tradicional. De raigambre mediterránea, el recetario local da cabida a exquisitos ensaladas, guisos, asados, arroces, pescados –como la dorada a la sal– y platos marineros, entre los que descuella el clásico caldero marinero, si obviar los prestigiosos vinos autóctonos, como el de Jumilla.

A pesar de que toda la Región disfruta de este tipo de establecimientos, la mayoría se concentra en los términos de Caravaca de la Cruz, Ceheguín y Moratalla.

Salud y belleza

Otra de las características de la Región es su larga tradición como centro de turismo termal. De hecho, Los Alcázares aún da cabida al edificio que albergaba el balneario de la Encarnación (1904) –unos baños situados en primera línea de mar que contaron con la visita del rey Alfonso XIII–, y al balneario de San Antonio, una emblemática construcción de madera emplazada mar adentro y que en el siglo pasado sirvió de vestuario para los bañistas.

Hoy, Murcia sigue fiel a este legado, ya que cuenta con una completa oferta de balnearios, complejos de talasoterapia y spas. En el apartado de balnearios, esta comunidad autónoma dispone de tres centros en funcionamiento: el de Archena, el de Leana y el Hotel Sensol Resort Balneario/Spa. Por lo que respecta al servicio de talasoterapia, éste se localiza en San Pedro del Pinatar, donde abren sus puertas el Centro Vital Aguas Salinas y el Hotel Lodomar Thalasso. En cuanto a los spas, Murcia dispone de cuatro establecimientos: tres en el mar Menor y otro en la localidad costera de Águilas.

En todos ellos, el visitante recibirá todas las atenciones y cuidados para relajarse y mejorar su salud gracias a un fiel aliado: el agua y sus valiosas propiedades. Además, estas facilidades traen consigo la posibilidad de disfrutar de los mejores servicios de alojamiento y restauración. Para más información, se aconseja dirigirse al Consorcio de Turismo de Salud de la Región de Murcia, donde el viajero encontrará información pormenorizada, así como las últimas ofertas y promociones.

Turismo activo

En apartados anteriores ya se han detallado algunas de las múltiples actividades al aire libre que Murcia pone al alcance del visitante, y que dan respuesta a las demandas de todos aquellos que visiten la Región.

Además de los puertos deportivos ya citados –como la Estación Náutica del Mar Menor, Los Alcázares, Cartagena, Mazarrón o Águilas, donde el posible llevar a cabo todo tipo de deportes náuticos o practicar el submarinismo–, el interior de la provincia también brinda un amplísimo catálogo de propuestas para descargar adrenalina al tiempo que se disfruta de los atractivos naturales que encierra el territorio murciano.

Entre éstas, cabe referirse a las rutas a pie, a caballo en bicicleta, así como los recorridos fotográficos, de espeleología (que permite adentrarse en las grutas más singulares) o de carácter histórico-arqueológicos. Tampoco hay dejar en el tintero sugerencias algo más extremas, como la escalada, el trekking, el rafting, el descenso en canoa, la equitación, el parapente, el ala delta o el espeleobuceo, de las que se puede disfrutar con la asistencia de monitores expertos y con todas las medidas de seguridad.

Y tras el esfuerzo, ¿qué mejor manera de reponer fuerzas que descansando en un confortable alojamiento rural o degustando alguno de los deliciosos platos que conforman la exquisita cocina murciana de toda la vida?

En cualquier caso, aquellos que se planteen unas vacaciones algo más tranquilas, tienen la opción de descubrir alguna de las múltiples actividades tradicionales del mundo rural, como la extracción de esencias, la elaboración artesanal de repostería y quesos o la destilación de bebidas alcohólicas. De hecho, algunas casas rurales programan éstas y otras tareas, pensadas para acercar al visitante a las formas de vida de otro tiempo.

Golf

En los últimos años, la Costa Cálida se ha consolidado como uno de los mejores destinos de Europa para la práctica del golf. Su magnífico clima –con una temperatura media anual en torno a los 18º C, 300 días de sol al año y precipitaciones muy escasas–, unido a su insuperable oferta de greens y la proximidad del mar, explican por qué Murcia se ha convertido en la meca de los aficionados a esta disciplina.

Independientemente de cuál sea su nivel, el visitante disfrutará de este deporte en alguno de los 21 campos de golf con los que cuenta Murcia, concentrados en un radio de tan sólo 50 km (especialmente en municipios como Torre-Pacheco) y diseñados por expertos de la talla de Severiano Ballesteros, Jack Nickalaus o Dave Thomas. En conjunto, estos complejos suman un total de 348 hoyos, con los que el visitante podrá iniciarse en este apasionante hobby o bien perfeccionar su técnica y su swing.

Además, también es posible encontrar otro tipo de actividades complementarias para combinar con la práctica del golf, y que contribuyen a convertir cualquier estancia en la Región en una experiencia única: tratamientos de spa, visitas culturales, deportes de aventura, momentos para relajarse junto al mar... La oferta es tan extensa y tentadora que a más de uno le costará decidirse.

Naturaleza

La extraordinaria diviersidad ambiental de Murcia se refleja en las 19 áreas que configuran su red de espacios protegidos. Entre éstos, destacan el Parque Natural de Sierra Espuña, los Parques Regionales de El Valle y Carrascoy, la sierra de la Pila (que comprende las localidades de Fortuna, Abarán, Blanca y Molina), los arenales y salinas de San Pedro del Pinatar, el cabo de Cope, puntas de Calnegre y la Reserva Natural de los Sotos y el bosque de ribera de Cañaverosa.

En el caso de Espuña, se trata de un magnífico macizo montañoso del valle de Guadalentín, situado más de 1.500 m de altura. Este espacio configura un oasis en mitad de un paisaje semidesértico, que da cabida a un bosque repoblado con pinos carrascos y rodenos, y en el que también hay espacio para especies propias del bosque mediterráneo. Como la encina, el romero, el lentisco y el enebro.

Las coníferas también son la nota predominante en El Valle y Carrascoy, espacios que dominan los valles de los ríos Segura y Guadalentín, hogar de rapaces como el búho real o el águila calzada, y cuyo pico de La Panocha ofrece unas vistas incomparables sobre el paraje casi lunar que rodea la huerta murciana. A su vez, Sierra de la Pila descuella por las 470 especies vegetales a las que da cobijo, y por ser uno de los destinos favoritos de los senderistas. Por su parte, la ribera de Cañaverosa, ubicada en el cañón del Segura, acoge el único bosque caducifolio de la Región, en el que crecen olmos, fresnos, álamo, tamarices y sauces, así como una variada vegetación arbustiva. Un poco más abajo, a caballo de Cieza y Calasparra, el cauce del Segura se adentra en las sierras de la Palera y el Molino, abriendo el cañón de Almacenes.

A esta lista de pulmones verdes protegidos habría que añadir la sierra del Carche (que abarca los municipios de Jumilla y Yecla), el barranco de Gemas (entre Alhama de Murcia y Librillas), el Cabezo Gordo (en Torre-Pacheco), el humedal de Ajauque y Rambla Salada y la sierra de la Muela, Cabo Tiñoso y Roldán.

Abandonando el interior y desplazándose hasta la costa, no hay que perderse el cabo de Cope y las puntas de Calnegre, una franja costera poco visitada. Ésta está cuajada de playas de arena y aguas cristalinas, interrumpidas por altísimos acantilados que abrigan pequeñas calas (Blanca, Los Hierros, Leña y San Pedro). Tampoco hay que dejar de acercarse hasta Calblanque, donde el viajero también podrá disfrutar del monte de las Cenizas y la peña de Águilas. Allí le aguardan acantilados, dunas fósiles, salinas y cabezos montañosos. Finalmente, las famosas salinas de San Pedro del Pinatar, que enlazan con la Manga del Mar Menor, constituyen el humedal más importante de la Región.

Del mismo modo, también conviene prestar atención a otras áreas protegidas de gran valor ecológico, como las Cuatro Calas de Águilas, las islas del mar Menor, la sierra de las Moreras (en Mazarrón) y las islas e islotes del litoral Mediterráneo.

Por último, hay que tener presente que Murcia cuenta con la denominada Vía Verde, una senda de 48 km que conecta las localidades de Baños de Mula y Caravaca de la Cruz, donde aguardan al viajero lugares como las Fuentes del Marqués.
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