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Qué visitar en Samaná

Samaná: Un paraíso en la República Dominicana

Ballenas jorobadas junto a una península verde

Qué visitar en Samaná Las playas son uno de los grandes atractivos de Samaná, sin lugar a dudas. A pesar del escaso aprovechamiento turístico de la región (actividad que probablemente experimente un desarrollo importante dentro de pocos años), aún así muchos viajeros se encaminan a las costas de esta gran península en busca de arenales aún vírgenes, donde sentirse un poco como los ?Robinson Crusoe? del siglo veintiuno. Y lo cierto es que los hay en cantidad: las Terrenas, las Galeras, Portillo, Cosón, Playa Rincón? Cantidad de enclaves costeros dotados de magníficas playas plenas de tranquilidad, aguas cálidas y paisajes espectaculares. Playa Rincón es probablemente la más conocida y admirada, y ha sido calificada por la UNESCO como una de las diez playas más hermosas del planeta. Sus tres kilómetros de extensión ofrecen a los ojos del viajero un panorama de arenales prácticamente vírgenes, en los que las únicas construcciones que destacan son los pequeños restaurantes típicos de la zona. Protegida del embate de las olas, las aguas de Playa Rincón son tranquilas y cálidas, están repletas de vida tropical y son perfectas para practicar actividades como el submarinismo, el esnórkel o, para los más innovadores, el kite-surf. Una buena comida a base de pescado fresco a la parrilla en cualquier pequeño establecimiento, acompañada por las refrescantes bebidas autóctonas y por el delicioso pan de coco, es el remate perfecto para las jornadas vividas en este paraíso.

Otros enclaves playeros son Las Terrenas, localidad situada más al norte, y el espacio natural con más palmeras por metro cuadrado del país; Cayo Levantado, un islote que se alcanza tras treinta minutos de navegación desde la capital, Samaná, y el lugar perfecto para intentar descubrir a las maravillosas ballenas jorobadas; Las Caleras, pequeño pueblo pesquero alejado del bullicio; o Playa Frontón, que tiene la peculiaridad de ser un lugar habitual para la práctica de la escalada. Y para los turistas que busquen exclusividad, el Portillo Beach Club, con su pista de aterrizaje para avionetas y profusión de actividades deportivas, es el destino ideal.

El interior de Samaná es, por su parte, una auténtica maravilla de los trópicos. El Parque Natural de los Haitises representa uno de los mejores ejemplos que se puedan encontrar de bosque húmedo tropical, y naturaleza salvaje y primigenia. Plagado de manglares, cayos e incluso cuevas con muestras de arte rupestre, sólo él merece ya unos cuantos días de atención exclusiva. Y por supuesto, cualquier viajero que visite la provincia no puede dejar de acudir a la cascada del Salto del Limón. Su estampa es la del más puro paraíso tropical: un río cuyas aguas se precipitan, alegres, en una bellísima piscina de aguas cristalinas, donde es posible darse un baño rodeado de vegetación exuberante. La cascada tiene cuarenta metros de altura y se puede llegar a ella a caballo o a lomos de una mula, lo que convierte a esta experiencia en algo muy especial. Es un trayecto de tan sólo una o dos horas que recorre el sendero ?El Café?, una ruta adornada por bellas casas de colores donde tomar un refresco, comprar artesanía o degustar la gastronomía local.

No podemos alejarnos de Samaná sin hacer referencia a su capital. El malecón o paseo marítimo es el lugar ideal para escuchar el mar junto a la ciudad, llena de colorido, y contemplar la puesta de sol. También es el punto del que parten habitualmente las embarcaciones que llevan a los viajeros a avistar a las ballenas jorobadas, en su época de apareamiento y cría (de enero a marzo). En ocasiones, es posible llegar a contemplar grupos de hasta doce o más ejemplares de estos bellísimos animales.

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